martes, 11 de noviembre de 2008

Ejercicio literario # 1 (11.11.2008)

Lean el siguiente cuento de Juan José Arreola y comenten sobre el tono del autor, entre otros posibles aportes.

Parábola del trueque [Cuento. Texto completo]

Al grito de «¡Cambio esposas viejas por nuevas!» el mercader recorrió las calles del pueblo arrastrando su convoy de pintados carromatos.
Las transacciones fueron muy rápidas, a base de unos precios inexorablemente fijos. Los interesados recibieron pruebas de calidad y certificados de garantía, pero nadie pudo escoger. Las mujeres, según el comerciante, eran de veinticuatro quilates. Todas rubias y todas circasianas. Y más que rubias, doradas como candeleros.
Al ver la adquisición de su vecino, los hombres corrían desaforados en pos del traficante. Muchos quedaron arruinados. Sólo un recién casado pudo hacer cambio a la par. Su esposa estaba flamante y no desmerecía ante ninguna de las extranjeras. Pero no era tan rubia como ellas.
Yo me quedé temblando detrás de la ventana, al paso de un carro suntuoso. Recostada entre almohadones y cortinas, una mujer que parecía un leopardo me miró deslumbrante, como desde un bloque de topacio. Presa de aquel contagioso frenesí, estuve a punto de estrellarme contra los vidrios. Avergonzado, me aparté de la ventana y volví el rostro para mirar a Sofía.
Ella estaba tranquila, bordando sobre un nuevo mantel las iniciales de costumbre. Ajena al tumulto, ensartó la aguja con sus dedos seguros. Sólo yo que la conozco podía advertir su tenue, imperceptible palidez. Al final de la calle, el mercader lanzó por último la turbadora proclama: «¡Cambio esposas viejas por nuevas!». Pero yo me quedé con los pies clavados en el suelo, cerrando los oídos a la oportunidad definitiva. Afuera, el pueblo respiraba una atmósfera de escándalo.
Sofía y yo cenamos sin decir una palabra, incapaces de cualquier comentario.
-¿Por qué no me cambiaste por otra? -me dijo al fin, llevándose los platos.
No pude contestarle, y los dos caímos más hondo en el vacío. Nos acostamos temprano, pero no podíamos dormir. Separados y silenciosos, esa noche hicimos un papel de convidados de piedra.
Desde entonces vivimos en una pequeña isla desierta, rodeados por la felicidad tempestuosa. El pueblo parecía un gallinero infestado de pavos reales. Indolentes y voluptuosas, las mujeres pasaban todo el día echadas en la cama. Surgían al atardecer, resplandecientes a los rayos del sol, como sedosas banderas amarillas.
Ni un momento se separaban de ellas los maridos complacientes y sumisos. Obstinados en la miel, descuidaban su trabajo sin pensar en el día de mañana.
Yo pasé por tonto a los ojos del vecindario, y perdí los pocos amigos que tenía. Todos pensaron que quise darles una lección, poniendo el ejemplo absurdo de la fidelidad. Me señalaban con el dedo, riéndose, lanzándome pullas desde sus opulentas trincheras. Me pusieron sobrenombres obscenos, y yo acabé por sentirme como una especie de eunuco en aquel edén placentero.
Por su parte, Sofía se volvió cada vez más silenciosa y retraída. Se negaba a salir a la calle conmigo, para evitarme contrastes y comparaciones. Y lo que es peor, cumplía de mala gana con sus más estrictos deberes de casada. A decir verdad, los dos nos sentíamos apenados de unos amores tan modestamente conyugales.
Su aire de culpabilidad era lo que más me ofendía. Se sintió responsable de que yo no tuviera una mujer como las de otros. Se puso a pensar desde el primer momento que su humilde semblante de todos los días era incapaz de apartar la imagen de la tentación que yo llevaba en la cabeza. Ante la hermosura invasora, se batió en retirada hasta los últimos rincones del mudo resentimiento. Yo agoté en vano nuestras pequeñas economías, comprándole adornos, perfumes, alhajas y vestidos.
-¡No me tengas lástima!
Y volvía la espalda a todos los regalos. Si me esforzaba en mimarla, venía su respuesta entre lágrimas:
-¡Nunca te perdonaré que no me hayas cambiado!
Y me echaba la culpa de todo. Yo perdía la paciencia. Y recordando a la que parecía un leopardo, deseaba de todo corazón que volviera a pasar el mercader.
Pero un día las rubias comenzaron a oxidarse. La pequeña isla en que vivíamos recobró su calidad de oasis, rodeada por el desierto. Un desierto hostil, lleno de salvajes alaridos de descontento. Deslumbrados a primera vista, los hombres no pusieron realmente atención en las mujeres. Ni les echaron una buena mirada, ni se les ocurrió ensayar su metal. Lejos de ser nuevas, eran de segunda, de tercera, de sabe Dios cuántas manos... El mercader les hizo sencillamente algunas reparaciones indispensables, y les dio un baño de oro tan bajo y tan delgado, que no resistió la prueba de las primeras lluvias.
El primer hombre que notó algo extraño se hizo el desentendido, y el segundo también. Pero el tercero, que era farmacéutico, advirtió un día entre el aroma de su mujer, la característica emanación del sulfato de cobre. Procediendo con alarma a un examen minucioso, halló manchas oscuras en la superficie de la señora y puso el grito en el cielo.
Muy pronto aquellos lunares salieron a la cara de todas, como si entre las mujeres brotara una epidemia de herrumbre. Los maridos se ocultaron unos a otros las fallas de sus esposas, atormentándose en secreto con terribles sospechas acerca de su procedencia. Poco a poco salió a relucir la verdad, y cada quien supo que había recibido una mujer falsificada.
El recién casado que se dejó llevar por la corriente del entusiasmo que despertaron los cambios, cayó en un profundo abatimiento. Obsesionado por el recuerdo de un cuerpo de blancura inequívoca, pronto dio muestras de extravío. Un día se puso a remover con ácidos corrosivos los restos de oro que había en el cuerpo de su esposa, y la dejó hecha una lástima, una verdadera momia.
Sofía y yo nos encontramos a merced de la envidia y del odio. Ante esa actitud general, creí conveniente tomar algunas precauciones. Pero a Sofía le costaba trabajo disimular su júbilo, y dio en salir a la calle con sus mejores atavíos, haciendo gala entre tanta desolación. Lejos de atribuir algún mérito a mi conducta, Sofía pensaba naturalmente que yo me había quedado con ella por cobarde, pero que no me faltaron las ganas de cambiarla.
Hoy salió del pueblo la expedición de los maridos engañados, que van en busca del mercader. Ha sido verdaderamente un triste espectáculo. Los hombres levantaban al cielo los puños, jurando venganza. Las mujeres iban de luto, lacias y desgreñadas, como plañideras leprosas. El único que se quedó es el famoso recién casado, por cuya razón se teme. Dando pruebas de un apego maniático, dice que ahora será fiel hasta que la muerte lo separe de la mujer ennegrecida, ésa que él mismo acabó de estropear a base de ácido sulfúrico.
Yo no sé la vida que me aguarda al lado de una Sofía quién sabe si necia o si prudente. Por lo pronto, le van a faltar admiradores. Ahora estamos en una isla verdadera, rodeada de soledad por todas partes. Antes de irse, los maridos declararon que buscarán hasta el infierno los rastros del estafador. Y realmente, todos ponían al decirlo una cara de condenados.
Sofía no es tan morena como parece. A la luz de la lámpara, su rostro dormido se va llenando de reflejos. Como si del sueño le salieran leves, dorados pensamientos de orgullo.
FIN

Tomado de: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/arreola/parabola.htm

27 comentarios:

Anton Wenemoser dijo...

En "La parábola del trueque", el autor Juan José Arreola utiliza un tono imperturbable, ya que es narrado sin poner en duda lo que esta pasando, siendo el texto literario una fantasía, pues no existen los trueques de esposas por "mujeres de veinticuatro quilates"

Daniela Rincon dijo...

A mi parecer Arreola va a representar en "La Parábola del Trueque" el tema de apatia matrimonial con un tono mas bien burlón, pícaro y hasta irónico, ya que va a mostrar la infidelidad de una manera "fantasiosa" (como dice Anton) y hasta divertida e ingeniosa.

Stephanie Rosal dijo...

Yo creo que el tono del texto es humorístico, ya que hace referencia, por ejemplo, a "lo absurdo de la fidelidad", aunque en realidad sabemos que es un factor determinante en las relaciones.
Arreola compara a las mujeres que vende el mercader con objetos costosos, pero objetos al fin: "Le hizo reparaciones"(como a un auto) o "baño de oro" (como a las joyas). Pero que al final son simplemente una falsificación y he ahí que no en todo trueque se sale ganando; aunque a primera vista parezca "una rubia de 24 quilates".

Anónimo dijo...

Coincido con Daniela y Stephanie, en cuanto al tono burlesco del texto. Me sorprende la capacidad con la que Juan José Arreola convierte la situación, de lo que hoy en día podria llamarse engano o incluso infidelidad, en una “graciosa” anecdota pueblerina, logrando la aceptacion por parte del lector dicho acontecimiento. En ningún momento uno ve a los esposos (que intercambian a sus mujeres) como traidores, al contrario los refleja como pícaros; casi podria decirse que inteligentes.

Stefanie dijo...

Apoyo la idea de Andrea cuando menciona que uno no ve a los esposos como traidores, pero no cuando dice que podrían ser vistos como personajes casi inteligentes, ya que al avanzar en el texto, "inteligente" sería aquel que no cayó en la trampa del mercader. Con esto no hago referencia a que el protagonista (el narrador) sea inteligente, ya que no se atrevió siquiera a salir de la casa a mirar a las "nuevas esposas". Opino que al quedarse temblando detrás de la ventana y voltear a ver a su esposa, Sofía, nos demuestra el poder que ella posee sobre él.
Referente al tono utilizado por el autor coincidiría en parte con lo que mencionan Stephanie y Daniela, pero no estoy completamente segura de si es una burla ya que también podría verse como una enseñanza que como bien el dicho dice "no dejes que te metan gato por liebre".

Natalia dijo...

Encuentro que el tono utilizado por el autor es humorístico, como dijo Stephanie, pero de una manera burlesca. A mi parecer hay una mezcla de astucia con cinismo.
Este texto me recordó a los de Juan Rulfo que leímos el año pasado. Pienso que se debe a que los dos autores (ambos mexicanos) se manejan en situaciones que nos pueden resultar familiares. Como por ejemplo, en este texto,el aburrimiento en el matrimonio, lo cual lleva a los hombres a dejarse llevar por las apariencias y la novedad. En consecuencia, se observa la imposibilidad de comunicación que existe entre el esposo que se resiste al trueque y Sofía, quien se aisla hostilmente.

Nathalie Monasterio dijo...

Se podría decir que el tono empleado por el autor es en cierto aspecto burlón, ya que respecto a la situación cotidiana de lo que es el matrimonio y su infelicidad(ambiente de problemas, discuciones, ect), Juan José Arreola nos logra presentar de ésta, una manera diferente y a la vez graciosa , colocando a los hombre que acceden al trueque ,"los infieles" ,no como culpables, sino más bien como oportunistas pícaros (como dijo Andrea).También comparto la opinión de Daniela, cuando menciona que el autor coloca la infidelidad como "fantasiosa", ya que sabemos que nunca esa situación del "trueque de mujeres" se va a dar y menos si éstas son de "veinticuatro quilates".(como dice Anton)

Anónimo dijo...

Teniendo en cuenta que no tengo referencia anterior a obras del autor, pense que dicho texto habia sido publicado recientemente, tal vez como analisis ironico de el aumento exponencial de los divorcios en la sociedad del siglo xxi. Fue una sorpresa conseguir que fue la primera obra del autor en 1938. Epoca en la cual, el matrimonio todavia era considerado algo estrictamente sagrado y no se veia interrupido o destruido con la frecuencia actual.

Natalia dijo...

Haciendo alusión al título del texto, encontramos el término "parábola", que generalmente relacionamos con los evangelios cristianos, los cuales tienen un fin didáctico.
Me parece que tanto el título como el texto encajan el uno con el otro.
Los personajes que participan en la parábola son seres humanos que se enfrentan a un dilema moral, o realizan una acción cuestionable, para luego sufrir las consecuencias de esa elección

Nathalie Monasterio dijo...

Es realmente impresionante como Juan José Arreola juega con la fantasía y la realidad de lo que es la verdadera situación de la infidelidad y como al principio hace reflejar al protagonista, quien nunca nos dicen su nombre pero que sabemos que es el único que se queda con su esposa, Sofía, y ante la vista de la gente del pueblo cometiendo un error, al final queda este como único no afectado, ya que todos los hombre comienzan a notar en sus nuevas mujeres un aire de imperfección ,destacando acá lo mucho que para la mayoría de los hombres el exterior cuenta. Y si hablamos del título en cuanto a lo que es un trueque, es un intercambio de cosas o servicios, destacando así la poca importancia que para los hombres el roll de la mujer en esa época significaba, colocandolas como una simple cosa ,sin importar lo que ellas pensara.

Tiffany Verde dijo...

Al igual que varios de mis compañeros, percibo el tono en “La Parábola del Trueque” como uno burlón, astuto (como mencionó antes Natalia), y quizás hasta levemente irónico, ya que convierte el tema del matrimonio y la infidelidad y lo hace ver como una situación común, de poca seriedad. La burla en este caso podría bien ser el resultado final, cuando los hombres se percatan de que las esposas nuevas son falsificadas y poco a poco van apareciendo manchas de herrumbre en las mismas. La ironía subyace en el hecho del hombre que teme cambiar a su esposa Sofía a pesar de sus ganas de hacerlo. Luego vemos que el que “pasó por tonto a los ojos del vecindario” por no haber trocado a su mujer es el que puede reír de último.

Jeshua Sørnes dijo...

Arreola a sus 20 años de edad, aún no casado, por cierto, escribe la “Parábola del trueque”, en mi opinión, con la intensión de reflejar, criticar y tratar de cambiar la sociedad machista del México después de la Revolución Mexicana. A esto contribuye el tono irónico del autor, como también lo concreto, simple y coherente del texto, sus muchas metáforas y el hecho de que está escrito en primera persona. Justifico mi opinión por ejemplo con el hecho de que los vecinos pasan de un “felicidad tempestuosa” a un “desierto hostil, lleno de salvajes alaridos de descontento” después de haber hecho su “trueque de esposas” y haber sido estafados. Y también con el hecho de que la misma Sofía le grite a su esposo “¡Nunca te perdonaré que no me hayas cambiado!” y después se sienta orgullosa de ser la única mujer que no fue cambiada. Ambos hechos evidentemente irónicos.

Stephanie Rosal dijo...

No estoy de acuerdo con Stefanie Dörflinger en que Sofía ejercía poder sobre nuestro protagonista. Creo que él no la cambió simplemente porque era un hombre cobarde y a la vez distinto a la mayoría; quizás por poseer algo más de conciencia o un punto de perspectiva distinto al de los otros.
Como bien dice Jeshua es irónico que Sofía por una parte se sienta disgustada que su esposo no la haya cambiado y por otra, orgullosa de haber sido la única que no fue sustituida. Creo que ellos nunca se terminan de entender por la falta de comunicación y malentendidos. Ella, quizás amenzada por la novedad, se pone a la defensiva,mientras que él, cobarde, no aclara sus sentimientos.

Juan Carlos Bafile dijo...

Yo me empezaria a guiar por el titulo del relato "La Parabola del Trueque". Una parabola es un relato figurado del cual sale una ensenanza. El cuento es fantasioso, ya que es obvio que tal intercambio de esposas no existe, de esta forma usa un tono de a ratos ironico(como ya Jeshua menciono)y por lo tanto burlon, por que la ironia es una burla. Ironico cuando Sofia se arrpiente de no ser cambiada, por ejemplo.
Para culminar con lo que habia empezado acerca de la parabola, segun mi parecer el relato intenta dar una importancia a la fidelidad en el matrimonio, y lo que me parecio raro es que al final los maridos van a buscar al mercader por la estafa y no van por sus ex esposas, para mi otro toque ironico de parte de Juan Jose Arreola.

Jeshua Sørnes dijo...

Entre muchas críticas presentes en esta parábola cabe resaltar el trato a la mujer y su emancipación y la facilidad con la cual la sociedad aludida (no solo la mexicana sino la actual también) se deja llevar al ver por ej. la “nueva adquisición de sus vecinos” o lo que estos hacen y llega a un frenesí desaforado que puede llevar a la quiebra o a perder a sus esposas o a descuidar sus trabajos o hasta por ej. a participar en una revolución o en una guerra sin sentido. Ahora volviendo a la mujer, el simple hecho de que las demás esposas a parte de Sofía no tuvieran ni voz ni voto en la decisión del trueque es un reflejo y una crítica irrefutable de la sociedad mexicana. Además al final, de alguna forma, el protagonista se da cuenta de que su esposa no desmerece ante las otras, sino que más bien tiene reflejos dorados de orgullo, lo cual también se puede interpretar como un cierto levantamiento de la mujer o como una alusión a una posible emancipación de la misma.
Y saliendo algo del tema el uso de metáforas acerca islas, tempestades, oasis y desiertos, los cuales ayudan a inferir no solo la atmosfera, sino también el ambiente de la narración resalta para mi también bastante.

Jeshua Sørnes dijo...

Quisiera recalcar que la hora del Blog no es correcta, de hecho muestra media hora de adelanto, por lo cual mi último comentario fue entregado con unos 60 segundos de sobra y por lo tanto a tiempo.

Gracias

Robert Dietrich dijo...

Comparto en gran parte la misma opinión que Jeshua. Sin duda alguna esta parábola es una crítica del machismo existente en la sociedad mexicana y en general en la latinoamericana. Digo existente, por que esa falta de valores familiares que atreves de las décadas se ha convertido en parte de la cultura latina es una de las causas por la cual vivimos en una sociedad subdesarrollada. La fidelidad esta contrapuesta a la virilidad, fíjense que hasta la misma Sofía se sintió avergonzada al ver que su marido la respetaba como su mujer. Este era visto como el tonto del pueblo y hasta el mismo se sintió de esa manera. En mi opinión la moraleja de esta parábola resalta la importancia que debe tener el respeto matrimonial. Sin embargo me resulta irónico el hecho que al final Sofía lejos de valorar esto, al verse la única mujer en el pueblo tiene pensamientos dorados de orgullo al igual que el hecho que comento Juan Carlos que los esposo no van a recuperar a sus esposas si no a vengar la estafa . Tal vez de esta manera el autor quiera enfatizar la continuidad en el tiempo de dicha problemática a causa de las profundas raíces que tiene en nuestra cultura latinoamericana.

Ps.: el ejercicio fue publicado el martes no el lunes!!

Stefanie dijo...

Tras leer el cuento una vez mas concuerdo con lo que Stephanie escribió. Debo decir, y admitir, que ciertamente no es Sofía quien domina al protagonista, sino que es él mismo, quien por cobarde, no sale a la calle para realizar el trueque de esposas.
Referente a lo que dijo Jeshua, la posición de a mujer en la sociedad latinoamericana (como también dice Robert) está representada de una forma en la que no tiene ni voz ni voto. Y aún es visto hoy en día.
Y ciertamente es una ironía como Sofía al principio siente vergüenza y luego orgullo de no haber sido utilizada como material de trueque.

Daniela Rincon dijo...

Aparte del tono, como ya mencione era burlón y gracioso, hay otros aspectos a destacar en el cuento "La Parábola del Trueque" de Arreola. Uno de estos temas es que es justamente es una parábola, como lo dice el título y algunos de mis compañeros ya mencionaron. Al ser una parábola va a ser un texto con el fin de dejar un mensaje en cada uno que lo lea: "No seas infiel". Además, el autor tiene intenciones no sólo de burlar a los hombres infieles, sino de hacerlos sentir mal por el pecado; por tanto pudiese ser tomado como una ironía también, pues va a ser reir y a enorgullecer a los fieles y va a ser mordaz para los que no.

Anónimo dijo...

Despues de leer el ''La parabola del trueque'' de Juan Joe Arreola, luego de leer cada opinion de mis companeros, se me es dificil escribir algo novedoso. Lo que puedo decir es que es un texto interesante, que con un ejemplo simbolico y a la vez exagerado, muestran la mentalidad de los Latinoamericanos en una epoca, donde la mujer era degradada que hasta ella misma no se soprendia de ello, sino que mas bien apoyaban esa misma degradasion. Con esta parabola no creo que muestre tanto el significado de la fidelidad, sino como antes las mujeres eran vistas.

Anónimo dijo...

Retiro lo dicho sobre el tema que se destaca en la parabola, creo que se dirige mas al tema del matrimonio, como dijo Daniela. Muestra como el machismo afectó y afecta el matrimonio. En este caso el esposo de Sofía no se eja influenciar por el pensamiento de los demas, siendo fiel a su esposa aunque ella no lo quiera.
Con respecto al tono del texto opino lo mismo que la mayoria de mis copaneros, tiene un tono burlón.

PS:En mi comentario anterior no pude colocar acentos por problemas técnicos con la computadora

Don Sebastian Mendez Siem dijo...

A diferencia de la mayoria de mis compañeros, opino que el tono de la novela se basa en el humor negro, ya que aunque tiene ese tono burlón, se jacta del infortunio tanto de todo el pueblo como del personaje principal, que a pesar de haber actuado según los valores morales tradicionalmente aceptados, termina con una mujer descontenta.
Apoyando la opinión de Daniela, la parabola debería dejar una enseñanza, pero no concuerdo con la suya, porque a pesar de haber sido fiel, la mujer del protagonista no le es agradecida.

Robert Dietrich dijo...

Sin duda alguna la ignorancia e inocencia del narrador contribuye al tono agradable y simpático que personalmente percibí al leer la parábola. El ambiente folclórico se debe a la cotidianidad de aquella situación, por supuesto metaforizada, que pudiera verse reflejada en muchos de nuestros pueblos. Al igual que a algunos de mis compañeros me resulta capcioso que en algún momento del cuento, uno como lector llegue a sentir empatía y agrado por la “picardía” reflejada por algunos esposos e incluso por el mismo mercader. Esto pudiera excusarse si tomamos en cuenta que formamos parte de una sociedad donde hasta los grandes pensadores como por ejemplo Arturo Uslar Pietri, han quedado en la historia con frases como: “El que no roba en Venezuela es pendejo.”Me pegunto como percibiría alguien ajeno a nuestra cultura esta parábola.

Kai Groenemeyer dijo...

La «Parábola del trueque» está al servicio de un valor simbólico sobre la credulidad ingenua del hombre o las difíciles relaciones entre los hombres y las mujeres. Como la mayoria de mis compañeros comparto la idea que Arreola emplea un tono bastante burlón, humorístico (como bien dice Stephanie), llega a ser algo irónico, ya que describe el matrimonio y la fidelidad como algo fantastico.

Don Sebastian Mendez Siem dijo...

En lo referente a lo que han comentado compañeros como Robert y Jeshua sobre la estructura de la sociedad latinoamericana, quisiera contradecir la noción que ésta es machista y proponer que la sociedad en si en verdad es ginocentrista, ya que en la familia y el hogar que es el núcleo básico de la comunidad, la mujer es la que lleva los pantalones y la principal matrona de la casa. A pesar de que los hombres las tratan como objetos, en el cuento la felicidad de éstos al fin y al cabo es intrinsecamente dependiente de la mujer y el bienestar psicológico del protagonista de la opinión que su esposa tiene de él.

P.S: Este comentario fue enviado a tiempo.

Stefanie dijo...

A diferencia del cuento, hoy en día muchos hombres abandonan a sus familias dejando a la mujer a cargo de toda responsabilidad. Por esto concuerdo con la idea de Sebastian cuando dice que la mujer es la que lleva los pantalones en la familia, tal y como lo refleja la novela "Doña Bárbara" de Rómulo Gallegos, en la cual una mujer es la que manda. Pero no estoy en total desacuerdo con Jeshua y Robert debido a que la idea de ver a la mujer como cabecera de una familia lo vería como una situación moderna latinoamericana, ya que antes era claro que la mujer era objeto de exhibición. El hombre más fuerte y exitoso de una provincia tenía el agrado de disfrutar de la compañía de la mujer mas bonita del lugar. Así como también es reflejado en "La Parábola del Trueque", donde la mujer es tratada como un simple objeto.

Profesora Luisa Acuña dijo...

A partir de este momento queda cerrada la recepción de comentarios. (martes 18.11.2008)
Agradezco a los alumnos que pusieron interés en el tema, investigaron, reflexionaron y dieron sus opiniones sobre el texto y los comentarios de sus compañeros.

Les recuerdo que es muy importante para los próximos ejercicios el chequear la ortografía, sobre todo el uso de las tildes, y hacer las citas que sustenten sus afirmaciones.